Arriba en aquella cumbre, hay un jardin de exóticas plantas que expelen una delgada neblina de color ambarino que al ser inhalada más allá de la medianoche,impulsa la conciencia de los que van a la guerra con imágenes de espiritus celestes, haciendoles recrear memorias felices de civilizaciones pasadas que calman la ansiedad y endurecen la fragilidad de los más vulnerables.Dicen que los soldados bajan de allí con el corazón enamorado, hinchado por las ondas de las banderas de la paz.