AROMAS AMARTELADOS

de historias que afilan las madrugadas

jueves, 19 de noviembre de 2009


En el corazón de la mujer nació un silencioso arbusto; eran sus enroscadas ramas que al crecer por las noches, sembraban bosques que explotaban en el aire sombríos paisajes de neblinas enfermizas, de ortigas envenenadas que agrietaban oscuras montañas de lóbregos verdes. Un beso del hombre menguó sus infortunios, esparciendo en sus labios manantiales de agua clara que al amanecer, abrillantaban felices presagios. Fué sólo un beso ( sólo uno), pero tenía magia.

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