En el claustro las novicias expelen plegarias que laceran sus bípedas lenguas. Gotas de limón reverberan ardores sobre latigadas espaldas. Las religiosas sonambulean y entre tinieblas que razgan los pórticos vomitan cuervos que sombrean los paredones. Una superiora señala un eclipse y se detiene hipnotizada por un fuerte aroma a infusiones de fábula que humea los jardines de resentidas amapolas.Hay un lóbrego silencio que puntea los labios.
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