AROMAS AMARTELADOS

de historias que afilan las madrugadas

miércoles, 11 de noviembre de 2009


El corazón del hombre era una brasa que incineraba las entrañas, sus ojos eran guarida de lóbregos demonios que desde su pecho empujaban cientos de pájaros oscuros obligándolos al vuelo.Surcaban el cielo dibujando con el pico toros de luces y sátiros encendidos que huían detrás de la neblina.El hombre sufría la calentura de los celos, que aunque ojos no tienen, imaginación les sobra...y con éso a los celos les basta!

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